A su juicio, presentan “riesgos de protección a los inversores y riesgos de blanqueo de capitales”, además de que “no tienen las características tradicionales del dinero”. “No puede ser un depósito valor ni unidad de cuenta. No es que no tengan valor, pero la volatilidad es demasiado elevada”, ha proseguido. “Más allá de lo anecdótico, se trata de un dinero incompleto“, ha sentenciado.
En cambio, “las ciberdivisas oficiales emitidas por los bancos centrales son un depósito de valor, una unidad de cuenta y una unidad de pago”, ha enfatizado Roldán, quien considera que su aparición supone una “encarnación del dinero” a un registro electrónico validado por la entidad bancaria.
El objetivo, a su juicio, será sustituir las monedas físicas por “una nueva forma de dinero”, ya que, en lugar de disponer de billetes, los ciudadanos “tendremos en nuestro teléfono ciberdivisas emitidas por el banco central”, lo que produciría un sistema menos costoso para las entidades bancarias.
Por su parte, el economista jefe de CaixaBank, Enric Fernández, ha distinguido tres tipos de monedas digitales: las de primera generación que “fluctúan enormemente”, lo que favorece su uso especulativo”; las criptomonedas estables, las cuales fijan su cotización frente al euro o al dólar y, en último lugar, aquellas emitidas por los bancos centrales como una alternativa al “dinero efectivo”.
En ese sentido, Borja Ochoa, director general y responsable global de Servicios Financieros de Minsait-Grupo Indra, compañía que agrupó hace dos años todas sus actividades de pago en Minsait Payments, presente en más de quince países del mundo, ha explicado durante su intervención la evolución de las monedas digitales impulsadas por los principales bancos centrales.
“Estas monedas pueden resultar útiles en zonas geográficas donde hay bajos niveles de bancarización» y, además, tienen un carácter geoestratégico al generar una “aceleración de todos los grandes ejes regionales”, ha indicado Ochoa.
El responsable de Análisis Macro y Estrategia G1 de Banco Santander, Antonio Villarroya, ha apelado a la “responsabilidad” de los inversores, entidades financieras, reguladores y ahorradores para “no quedarnos atrás” ante este nuevo entorno.